lunes, 13 de septiembre de 2010

Mi Serenidad









Ilustración de Yana Moskaluk

Miles de preguntas acechan a mi confusa mente, miles de temores abordan mi ser, miles de escalofríos invaden mi cuerpo. Sólo mi mirada fija sobre esa hoja en blanco trata de escribir unas palabras que formen frases para decirte que estoy solo, aquí en no se donde, mi mirada es incapaz de observar esta vieja habitación, que mas bien será mi refugio. Trato de escribir una carta quizás de despedida o quizás sea una posdata a todo aquello que dejé hace unas semanas cuando decidí tomar este camino, abandonando mi vida, dejando atrás un trocito de mi, cambiando mis tristezas por intentar buscar mis alegrías y sólo me llevé en el bolsillo unos cuantos recuerdos para intentar nacer de nuevo en un lugar donde hoy me siento triste y solitario.

Llevo varias horas sentado en este viejo escritorio y solo imagino cosas, pero mi mente no puede interpretarlas en palabras. Mis pensamientos se van apagando como la luz del día, luz que entra por esa ventana de la cual aun no me he asomado, tengo miedo de ver el abismo a un mundo desconocido, donde los demonios de la noche como todos los días me visitarán atormentando mis escasos sueños. Un nudo en la garganta me impide respirar profundamente solo son los suspiros los únicos que oxigenan a mis pulmones y tranquilizan a mi inquieto corazón. Mi carta aun sigue en blanco y mis manos pesadas siguen reposando sobre la mesa a la espera de mis órdenes, pero no puedo, mis temores a perder esos pocos pensamientos hacen que no se quieren desprender de mi, solo quieren aferrarse a mi alma, pero tengo que sacarlos fuera y así olvidarlos, ya no forman parte de mi vida.

Miro tras la ventana y me doy cuenta de que llevo muchos días sin salir a la calle, el mismo tiempo llevo sin salir de mis pocos recuerdos, me siento un completo imbécil sentado aquí, sin saber a quien enviar esta misiva, sin saber si serán portadoras de mi penar. Ya es tarde y me estoy ahogando en mi ansiedad, creo que hoy voy a dar una vuelta por esta ciudad que hace poco me adoptó y que aun no la conozco.

Mis piernas temblorosas me impiden caminar, me da miedo saltar a ese vacío, sabiendo que nadie me cogerá en sus brazos… tras un tiempo de indecisión camino con paso tortuoso a no se donde, el bullicio del gentío me hace acelerar, huyendo de ese ajetreo. Sin darme cuenta me encuentro en un callejón carente de luz, sus paredes estrechas parecen gigantes que intentan abalanzarse sobre mi, no se donde estoy, solo a lo lejos se oyen esas voces que poco a poco silencian, ahora siento que estoy abandonado a mi suerte, a la vez que vuelve una y otra vez esos recuerdos que me rompen por dentro, intento salir de este lugar corriendo y con lágrimas en los ojos, aun no se que hago aquí y me pregunto que busco, que deseo, a quien o a que temo…., creo que he estado dando vueltas por las mismas calles sin dar con la salida, salida que aun ni en mi propio laberinto de pensamientos he encontrado, mi propia agonía y desesperación me hacen pensar para intentar tranquilizarme, cierro los ojos y solo trato de oír que me dice el silencio….., un halo de serenidad da esperanzas por primera vez alivian mi cuerpo, despojando de él ese vestido de miedos y temores, ahora te siento silencio, tu voz me transporta al final de la calle, ahí donde la luz me abraza, donde una puerta muy alta y amurallada me da la enhorabuena, he llegado a la salida de este angosto laberinto…..

Y a mis pies las luces de la ciudad me dan la bienvenida a un mundo por descubrir, a volver a tener pasión por vivir y por fin poder decir adiós a mis recuerdos.

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