lunes, 13 de septiembre de 2010

Antares







Ilustración de Bao Pham

Otra vez como ayer me encuentro frente a otra puerta cerrada, fría como una losa y pesada como los recuerdos y como siempre no me deja caminar, no me deja ver que hay detrás, ésta no se como abrirla, no tengo ilusiones, únicas llaves que hasta hoy me ayudaban para hacerlo, poco a poco la oscuridad en mi camino me hace tropezar y ya no tengo fuerzas para levantar, ayer Antares me iluminaba en mi tortuoso pasear, hoy su luz para otra persona será. Maldigo este día, grito sin cesar, pero hasta mi eco no deja ni una estela de sonido en mí peregrinar. Ayer abandoné para siempre mis ilusiones del mañana, hoy un vacío en mi mirada sólo observa a ese reloj que sin cuerda ya no suena su tic tac.

¡Dejad que abra esta puerta!, ya no puedo respirar, la fobia al silencio me mata y mis sueños se desvanecerán, miro hacia atrás y veo espejos de fino cristal que en ellos me reflejo y es cuando observo mi mal, ya no tengo fuerzas ni para reprochar por esa vida pasada que hoy es mi penar.

He pasado por puertas de gruesas telas con un agradable roce de sensualidad, he atravesado puertas transparentes que dejaron pasar un fresco aire de libertad y crucé lentamente por aquellas que cubiertas de tupidas flores dejaron un dulce aroma a felicidad. Pero en todas ellas nunca hallé lo que en ésta me da…

Ordeno el desorden que hay en mi mente y ráfagas de sentimientos me impiden hacerlo, obligándome a mentirme sobre esta realidad, fría como una noche de soledad, gélida como su mirada. Ya, mi fatigado corazón me aconseja con leves impulsos, que deje de pensar que deje de recordar… en pequeños suspiros expulso de mi alma el sentir de su amor, finas gotas de sudor emanan de mi piel borrando para siempre el calor, aquel que un día me dio. Mi cuerpo sin tensión yace delante de esta puerta, ya no la golpeo, ya no intento abrirla, solo acaricio con mis dedos este fin.

Ahora al otro lado la oigo, sonríe, está feliz, su sonrisa ha vuelto, mis ojos no la ven en esta mi oscuridad. Ahora ya no quiero nada, no deseo caminar, ya no tengo miedo ya no deseo ver más allá, miro de nuevo al reloj y ahora marcha hacia atrás mis recuerdos le han dado vida, vida para recordar.

Desde lo más profundo de mis entrañas, un halo de esperanza intenta abandonarme, pero me niego y lucho por esa poquita luz que Antares me reclama. Por Dios sé que sembré mal y odio, dolor y sufrimiento, pero dejad que germine algo de vida dentro de mi, solo la quiero ver en esta mi oscuridad.

Hasta siempre amor, dulce amor, solo decirte que hoy te amé.

No hay comentarios: