lunes, 13 de septiembre de 2010

La Noche











Me han dicho que me mientes, que me engañas con otra persona. Dicen que hay veces que te encuentras con ella en la oscuridad de la noche como dos inocentes enamorados, nunca me imaginé que serías capaz, después de tanto tiempo dedicándote mi soledad, confesándote mis mayores secretos, fuiste para mi ese bálsamo que calma mi dolorido corazón, la laguna donde van mis crueles lágrimas, lágrimas llenas de sentimientos que rabiosos vienen en forma de recuerdos y que poco a poco matan mi fatigada mente. Recuerdas cuando mirando tu majestuosa grandeza te juraba amor eterno, ese amor que un día le prometí a otra persona, no lo puedo creer, que será lo que tiene ella, acaso te revela con mas pasión lo que encierra en su corazón, tan fuerte y dolorosa es su pena que me das de lado después de tanto tiempo. Seguro que no es solo eso, creo que te has dejado llevar por el brillo de sus ojos, que es seguramente más grande que el tuyo. O que hechizada por su belleza te has dejado embrujar, olvidándote de mi, o quizás hipnotizada por su dulce voz te has arrastrado hasta sus sueños. Me siento solo y abatido, alzo los brazos intentando tocarte con mis manos, pero la realidad me arrebata mis sueños y me impide que por última vez te acaricie.

Ahora entiendo porqué te escondías muchas noches detrás de las nubes, para no estar junto a mi, seguro que te eclipsabas detrás del Sol, porque ella te tiraba algún piropo envuelto en un beso y tu, tímida, te escondías avergonzada por tan semejante halago. Es verdad.... que ella es una estrella que un día jugueteaba surcando el infinito y que curiosa se acercó tanto a la Tierra que quedó atrapada y que ahora tu la llamas por las noches frías acunándola en tu luz para darle calor y que ella te llora dejando una fina capa de rocío cuando raya el Alba.

Un alarido de nostalgia invade mi cuerpo que con mano temblorosa escribo renglones formando una carta de despedida, ya es hora de no compartir mi soledad contigo, de suplicarte por mi felicidad, ya no eres ese lucero que cuando la tristeza me ciega, tu ilumines mi corazón, me he dado cuenta que fui egoísta y cobarde, veo que hay alguien en quién tu debes dedicarle tu tiempo yo solo te pido con tu permiso Luna, ofrecerte a ella en forma de rosa blanca

No hay comentarios: