lunes, 13 de septiembre de 2010

Aquel Día






Ilustración de Paula Marco

Aquel día, cuando todo oscureció a su alrededor, ella ahogó en el fondo del corazón esos sentimientos que la hicieron probar el dulce sabor del amor, junto a ese sentir lo acompañaban unos recuerdos que una y otra vez le atormentaban, ese día ella encadenó su amor con alambres de espino dentro muy dentro de su corazón, cerca de donde el odio nace como feroz defensor de su ser. Ella comprendió el significado de la soledad, como en su piel rezumaba ese nervio que antes la impulsaba a hacer locuras, pero ese día ella sintió como sesgaba su piel para abandonarla.

Quieta y sola en su rinconcito, escucha voces con oídos sordos, hablando al aire con voz muda, buscando desesperadamente la figura de aquel hombre, pero sus manos eran transparentes como el gélido viento que desparramaba por los suelos aquellas imágenes ahora olvidadas. Esa noche ella se sintió inerte como un suspiro que yace en la oscuridad de su habitación, allí donde ella cada noche enloquecía pidiéndole a Dios, sólo un día sin recuerdos.

Se juraba una y otra vez que no volvería a amar y se hizo coleccionista de imágenes, plantaba en su mundo rosas azules con aromas que le recordaban a él, mundo que ella se creó y vivía envuelta en armoniosa melodía, buscando aquel mar donde tantos atardeceres caminaban de la mano. Esa noche sentada en la orilla revivía cuando hace años junto a su amado embarcó en su velero cargado de ilusiones, dispuesta a descubrir nuevos mares, pero las tempestades la hicieron volver a puerto, hundida en sus sueños, hoy el oleaje le trae esos recuerdos y la resaca los devuelven mar adentro. Una sonrisa se dibujaba en su cara, fue bonito navegar por el peligroso mar.

Desde la distancia, observa con sabiduría el significado del amor, el placentero dolor del silencio, a cambio se hizo amiga de la desconfianza…. de la duda, que tatuados en su corazón siempre le acompañarán y aún así guarda celosamente en su pecho un te deseo, un te necesito y un te amo.

Hoy la miré a los ojos y la despojé de miradas de odio, de lágrimas sin sentido, la buscaba dentro muy dentro, mis susurros al oído le arrancaban a jirones esa coraza de dolor que rodea a su corazón ….. mis manos la desnudaban de ropajes fríos y húmedos que calan su cuerpo que le recuerdan cuando en aquel mar su calor ella perdió.

Dios dame su tristeza, su pena, le devolveré la sonrisa que ella perdió, la alegría que ella olvidó, después volveré a mi rincón y guardaré en la urna del olvido su mal… y otra vez desde mi silencio le podré suspirar….

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