lunes, 13 de septiembre de 2010

El Misterio









Ilustración de Beatriz Martín Vidal


A ti Dios........

Como bien sabrás soy yo, otra vez, ya se que no me merezco tu presencia, aunque no te vea, tus oídos para escucharme, aunque tu no quieras oírme, simplemente quiero tener la sensación de saber que de nuevo estas a mi lado, como siempre. Avergonzado por mi actitud, vuelvo después de tanto tiempo para pedirte ayuda, ayuda que quien sino tú, puedes darme. Todavía no he olvidado tus consejos, tus ánimos, tus advertencias, tu aliento..... Me dejé llevar por mi orgullo, por mi vanidad, por mi soberbia y caí en el olvido de que tú eras mi gran amigo y eso creo que nadie me lo perdonaría excepto tú, el único que a pesar de todo perdonas y olvidas.

Quiero contarte algo que me ha pasado y que no tengo explicación alguna, algo extraño que te voy a escribir y espero que tú sabio que eres me des una respuesta......

Todo empezó cuando un día desperté con mi almohada mojada era muy raro, pensé que quizás fue un mal sueño que en la oscuridad de la noche me abordó en sueños y me hizo sudar o algo por el estilo, no le di la mayor importancia. Pasaron los días y de nuevo desperté cansado y con mis ojos rojos y encharcados en lágrimas y mi almohada otra vez estaba húmeda, empecé a desesperarme porque no era habitual, es mas no recordaba que esa noche tuviese una pesadilla, algo extraño me estaba pasando, algo que atormentaba mi mente.

Decidí dar una vuelta y despejarme, mi ciudad estaba vestida de blanco y un gélido viento recordaba que el invierno hacia su presencia, dicen que en esas fechas tan señaladas el Ángel que todos tenemos nos transforma para que nuestro corazón desprenda nuestros sentimientos que siempre llevamos dentro y que durante el resto del año no utilizamos, que vemos las cosas con el lado mas humano y sensible que tenemos que hace que hablemos a la gente de otra forma, ese es el misterio de la Navidad.

Estuve horas caminando y observando a la gente y a las calles por donde paseaba, era curioso, nunca me paré a pensar que es lo que pasa a mi alrededor, todo era tan raro que me puse a reflexionar sobre mi, sobre la gente que un día estuvieron a mi lado y que ahora por culpa de mi arrogancia ya no lo están, siempre quise evitar esta situación hice un muro alto muy alto en mi mente que ningún recuerdo del pasado lo pudiese saltar, pero ese día no se..... quise recordar. Han pasado estos últimos años muy rápido no he saboreado la vida, he vivido deprisa, se han consumado los días sin darme cuenta, siento que no he apreciado el tiempo que tu Dios me concedes y eso al final pasa factura.

Tras un largo rato paseando y viendo escaparates pase por delante de una floristería y algo difícil de creer me paso. Unos recuerdos de imágenes bombardeaban mi cabeza. Recordaba cuando yo le mandaba Rosas a esa chica que una vez estuvo junto a mi, mi cuerpo experimentó una sensación de intranquilidad y nerviosismo, no supe que hacer mi mirada se fijó en aquel jardín de flores que formaba ese escaparate, todas ellas eran de ensueño y se apretujaban unas contra otras tratando de luchar para ver cual era la más bonita, había Tulipanes, Gladiolos, Margaritas, Azucenas blancas, Lirios morados, Gardenias, clavellinas de todos los colores y un sinfín de flores que adornaban aquella maravillosa estampa. Tras unos minutos recreando la vista caí en la cuenta de que faltaba algo, algo que verdaderamente me recordaba a ella, algo que la identificaba y esa cosa era que de entre ese enjambre de colores no había ni tan siquiera una Rosa roja, mis ojos se forzaban para saber si en verdad no había ninguna....... tras unos momentos de recorrer con la vista hasta el más pequeño rincón.... observé con estupor una débil y delicada Rosa roja, que cabizbaja y casi deshojada, moría lentamente apretujada por las demás flores. No dude en entrar y con prisa le dije a la dependienta que me llevaba esa flor, ella extraña me la dio. Volví a casa lo más rápido que pude la metí en agua y la puse en mi escritorio. Pasaban los días y la muerte agónica de la Rosa iba cada vez peor. Me senté delante de ella y tontamente empecé a hablarle, le daba las gracias por haber sido mi mensajera cuando en la distancia le mandaba mis sentimientos en forma de flor, para que cuando ella la viese le recordase a mí. Recuerdas “Rosa” cuando al verte no sabia que hacer o decir y que en sus ojos emanaban lágrimas de felicidad que tu veías y yo no......

Así pasaban los días, hablándole.... pero la flor moría lentamente, no sabia que hacer, no encontraba una solución. Hasta que un día cogí lápiz y papel y me puse a escribir a esa chica que un día lo fue todo para mí. Sin saberlo veía que en cada párrafo que escribía su nombre ella se erguía poco a poco, mi asombro era tal que no podía creerlo, que era producto de mi fatigada imaginación, pero no.... cuando paraba de escribir volvía a desvanecer. Así que estuve horas y horas poniendo su nombre, hasta que vencido por el sueño caí dormido sobre la mesa. A la mañana siguiente mi mirada se paralizó en aquel vaso, la Rosa no estaba, busqué por los alrededores, pero no la encontraba, había desaparecido, cerré los ojos maldiciéndome por haberme dormido, tras unos minutos de angustia observé con asombro y alegría un pétalo rojo que se posaba encima de mi carta, quizás se fue tan rápido en su huida se dejó parte de ella, sonreí y pensé que no había sido un sueño. Cargado de emoción caí en la cuenta de que algo en mi interior había cambiado, me sentía lleno de vitalidad y satisfacción. Supe que gracias a ella y a sus recuerdos yo recobré esa felicidad que un día perdí y que ahora una rosa me los a devuelto.

Acabé esa maravillosa carta sin un final, sin firmar como si de un libro acabase la primera parte pensando que algún día continuará, ya que siempre la recordaré como todos los días....
Por eso Dios quiero compartir ese secreto que ahora te confieso, para que tú sepas que me he dado cuenta de que aún tengo corazón.....

Hasta otra mi gran y querido Amigo..

Mi almohada nunca mas amaneció mojada......




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