lunes, 24 de septiembre de 2012

Letras olvidadas















      Hay frases que se pierden entre mis labios y mi almohada cada noche justo antes de entrar en un sueño. Hay lazos que en la oscuridad de la noche que atan mis muñecas en forma de cadenas trasparentes. Hay suspiros que rompen ese silencio. Otras noches mis sonrisas dan luz a mi noche que retuercen cualquier sonido. Mi mente empieza a liberarse a despojarse de cualquier momento malo que durante el día se incrusta en mi cuerpo como el aire seco y pesado que no puedo respirar. Juramentos ocultos en mi voz temblorosa me animan a seguir caminando sin andar.

Este es el momento del día que aguardo, que deseo. Quieto e intranquilo espero y espero a que todo calle, a sentirme solo. Quiero desenlazar mis dudas, aquellas que me hacen tropezar, las que no me hacen pensar ni sentir. A no dar respuestas a preguntas que otros me hacen, pero cuando las tengo no hay oídos que me escuchen ni manos que me calmen ni ojos que me vean. Pero es aquí a esta hora cuando para unos acaba todo, para mí todo empieza.

Ahora que las velas empiezan a quitarle el protagonismo al Sol, ahora que todo se ralentiza. Ahora despierto yo. Sentado en mi rincón, dejo que todos entre antes que yo en el mundo de los sueños. Me gusta imaginar como tú tendida en la cama apuras el cigarrillo mirando esos girasoles que por la ventana se asoman. Veo como tu silencio aplasta con su oscuridad tu habitación. Tus nervios se despojan de tu cuerpo como la ropa que te viste. El cansancio te arropa. Tus ojos buscan a tu alrededor algún resquicio de algo que te haga recordar. Y sobre tu mesa tapada con una cortina, ocultas una cajita dorada como el Sol. Miedo, temblor, alegría, tristeza…. Que se yo lo que por tu mente pasa cuando recuerdas lo que ocultas en tan pequeño rincón. Letras dobladas, mariposas plateadas, cordones enroscados y algo más. Antes ocupaban todo un mundo, ahora en un pequeño hueco oscuro ocupan como un recuerdo que poco a poco se va olvidando. Mientras tanto los minutos lentamente como anestesia te invitan a entrar en un sueño.

Desde mi lugar, te veo sin mirarte, te siento sin olerte. Mirada que a lomos del viento me lleva a tu rincón. Por fin dejo de suspirar, por fin dejo de sollozar, por fin dejo este día atrás.

Lentamente los sueños se van descolgando de las agujas del reloj. Ya es de noche. Y la esencia de historias sin sentido se mezclan entre el humo del cigarro. Mis ojos se apresuran a raptarlos y llevarlos al fondo de mi mente. Ahí los guardo y reemplazo por las historias reales que como tambores enérgicos retumban en mi cabeza durante el día que me impiden soñar despierto.

Aliento amargo me da el cigarro…. Dulce aliento me da ese aire de sueños que como fieles pelegrinos acuden a mí cada noche. Historias, cuentos, pesadillas en invisibles pergaminos animados revolotean a mi alrededor. Lo sé, lo siento. Veo como la llama de la vela se agita intentando capturar esos mis sueños.

Mis ojos poco a poco se van envolviendo de imágenes nuevas. Lentamente voy cruzando la línea de lo real al mundo de la fantasía. Me da igual tener dulces sueños o pesadillas. No me importa, sólo quiero irme de aquí sin tener que hacer mudanzas.

Y lo mejor de todo es que cuando despierte no recordaré nada ni a nadie en quien soñé.

      Desearía que fuese igual al anochecer. No recordar nada de cuanto vi.