A mi
alrededor escucho sólo mi silencio, abrazo sólo el aire de mis suspiros. Limpio
mi cara con lágrimas. Dibujo sin pinceles mi espacio transparente e inerte.
Camino dejando mis huellas sin temor a mirar hacia atrás porque nadie jamás mis
pasos pisoteará. Abro ventanas desde donde yo sólo me puedo asomar. Ciego mis
ojos cuando ya no quiero mirar.
Murmullos
tras mi cuello desnudo, crean un mundo del que escapo cada día. Corté ya hace
tiempo los hilos de mis brazos y hago y deshago a mi antojo mi vida. Hablo o
callo cundo quiero y no cuando puedo.
Tendida
en mi cama jugueteo con mis dedos simulando que caminan sobre dunas de raso
blanco. Me siento identificada con mis dedos. Caminan desnudos subiendo y bajando sin nada ni nadie a quien
sujetarse. Y aunque caminen horas y horas sólo se alejarán hasta lo que mi
brazo alcance. Es fácil llegar al borde de la cama y al asomarme encuentro lo mismo que cuando lo hago desde
mi ventana… un vacio que al igual que en mi cama, bordea todo lo poco que tengo
aunque crea que aquí en mi sitio lo tenga todo.
Soplidos
en forma de suspiros desordenan el camino de mi mano, vuelvo a perder el norte,
vuelvo a encontrar mis miedos a estar sola. Aun así me hablo y me escucho,
nadie me interrumpe sólo soy yo quien me impide seguir hacia adelante, pero
también la que me doy ánimos para a pasitos cortos seguir mi sendero sin temor
a ver el vacio que al final me encontraré. Vuelvo sobre mis pasos, pero esta
vez no ando. Esta vez deslizo las yemas de mis dedos acariciando tal suave
arena trenzada. Como mis recuerdos del ayer, que siempre los acuno como una
madre que desea a su hijo en sus brazos. Anclado y desnudo mi cuerpo encalla en
la cama. Esperando en un falso arcén a que pase mi último tren. Mis manos
plagian las caricias de otras manos. Aquellas que cargadas de sensualidad me
transportaban a la antesala del placer.
Recuerdo
aquel día, cuando tú oculto entre la débil luz, despojaste de tu cuerpo los
nervios y te acercaste con la invitación de mis dedos. Tus manos ásperas se
vistieron de terciopelo. Cerré los ojos y me dejé llevar por esos labios que
recorrían mi cuello. Ensillados sobre el ardor del deseo desquebrajaban el frío
armazón de mi piel que oculta bajo el olvido de otros labios otras manos no me
podía resistir. Pasión que prisionera huía por los poros de mi piel. Te sentía
y ahora recuerdo que te amé. Crucé la frontera de la gravedad, entré en el
mundo prohibido y tú tan sólo me besabas.
Mi
cuerpo era entonces lo que ahora un recuerdo perdido de entre estas dunas
desiertas sobre mi cama y mis dedos los tuyos que recorrían todo mi cuerpo sin
asomarse al abismo. No necesitaba asomarme por ninguna ventana inventada para
mirar el cielo. Tu cuerpo era mi cielo que me abrigaba. No caminaba….. volaba
tras tus palabras. Echo de menos cuando tu cuerpo me acariciaba y sobre todo
esas miradas.
Hoy
mi cuerpo se estremece cuando recuerdo que creo que no me amabas. Quizás te
amé, quizás te odié, sinceramente éste maldito silencio hace que no recuerde
nada. Lentamente tu aroma como hojas de otoño, se aleja de mi cuerpo con mis
suspiros que imitan cual viento gélido de la mañana. ¡ Maldito seas ! que me
llevaste a un mundo de ensueño y me dejaste sola y abandonada. No se volver no
recuerdo nada. El tiempo sabio y pasajero hace que mi alma no sienta nada.
Siento
que no siento nada aunque mis manos imiten placeres que me regalabas. Aun así
que nunca se te olvide que te quiero y no cambio nada.
4 comentarios:
Me ha gustado mucho hermano. Besos
Muy bonita hermano. Te quiero, besos
Muy bonita hermano. Te quiero besos
Porque no escribes más?, me hace falta...necesito escucharte...necesito...I want you... tu me prometiste, cuantas veces te llamaba cuando estaba sola y tu no veniste...si tu supieras...volar y olvidar...
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