martes, 3 de mayo de 2011

Sin Destino

















Me regalas un momento, me das un suspiro que guardas fuera de tu corazón. Me invitas a pasear en un cuerpo desnudo sobre olas de pasión. Vientos cálidos que vienen de tus labios ondean mis sentimientos que mas tarde zozobrarán en mi silencio. Callado por el momento, te hablo y te miro renovando recuerdos. Poniendo a prueba sentimientos que golpean las paredes de mi corazón que tratan de escapar de mis ataduras.

Renuncio a volar con las alas del amor, justifico sin razones los nervios de mi ser cuando mis manos imitan las curvas de tu cuerpo. Abrigados por el frío manto del vaho que distorsiona un cielo oscuro sin estrellas, te atrapo por un momento. Desordeno un camino elegido. Paro el tiempo entrando en un sueño de Abril. Y todo por sentirte otra vez. Si alguna vez me preguntas por qué, no sabré como decírtelo con letras o palabras escritas. He domado mis instintos locos y los he vuelto sabios en silencio.

Cerca muy cerca hundo mis labios en tu pecho, impregnándote de algo que tú no quieres saber. Despiertas antes de este sueño real, por temor a un susurro al amanecer. Intento llenar tu esquilmado corazón de mí, pero tú me enseñas sólo a caminar sobre el filo de la navaja y trato de adivinar una adivinanza sin teorías. Como fieras sedientas de ti, sujeto mis sentimientos a mis sonrisas sinceras. Mis ojos te miran, mis ojos te dicen, mis ojos te aman. Disfrazo mis brazos de pesadas cadenas, evitando así abrazarte, envuelvo mi piel de espinas forzándote a no sentirme. Camino descalzo para no ir lejos en este nuestro sueño.

Y como en una canción sin estribillos, me sumerjo en una nueva historia. Anegando los caminos sin destino de mi alma. El tiempo está parado, pendiente de que tú lo pongas en marcha. Llevo demasiado tiempo desafiando a mi suerte, torero sin capote ni plaza. No temo, no tengo miedo de nada. Evito salir corriendo y emplazo a mis lágrimas para otro día, quizás tal vez mañana cuando deje de buscar rincones en tu cuerpo desnudo en mi cama. Etéreos son los días cuando por las mañanas me visto de dolor. Frágiles son las agujas del reloj cuando mi mente te busca en algún lugar, no se atreven a marcarme las horas que pasan sin saber de ti.

Mis caricias junto con tus suspiros trenzan en tu pelo bailes de pasión. Sin melodías cada noche danzamos a son de nuestra respiración. Envueltos en sábanas nos adentramos en nuestro rincón acribillándolo de gemidos. Maldita despedida la que desde la oscuridad nos despierta. Odio tener que juntar y guardar estos momentos en el álbum de mis recuerdos, como un niño inocente sus cromos.

Parece todo mentira, confundo los días, los sueños. Loco traigo a mi corazón que ya no sabe cuando palpitar, mi piel está cansada de vestirse con falsas alarmas de nervios. Ya no ensayo miradas. Y mi voz… no tengo palabras.

Simplemente me aferro como un koala a las ramas del destino, este destino que amo cuando paso las hojas de este libro de los sueños que guardo dentro de mi alma.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las ramas del destino yacen en las venas y en la sangre que corre por ellas, que te impulsan a los sueños bombeando el corazón para que latiendo marque el ritmo de tus pasos hacia ellos…

Precioso amigo, inmensas tus letras…tu alma…

Bsos