viernes, 28 de enero de 2011

Sorbos Amargos













El agua de la lluvia golpea en el cristal. Fuera hace frío, el gentío corre de un lado hacia otro, los coches están atrapados en el atolladero de la calle. Gracias a Dios el cristal se está empañando de vaho, sólo la condensación produce que algunas gotas traspasen el cristal, dibujando lágrimas sin ojos.

Aferrado a la taza de café, miro a mi alrededor y observo como sentados un grupo de personas vociferan de sus temas que no llego a entender. Otros con la cabeza gacha se abstraen de la realidad leyendo el diario. Son ajenos a lo que afuera pasa. Para mi son intrusos de mi momento, falsos e invisibles figurantes de mi historia. Sentado junto a la ventana miro mi mesa, hoy como ayer te he vuelto a pedir un café como a ti te gusta. Con mucha espuma y muy caliente. Y hoy como ayer mi historia durará lo que tarde en desaparecer el humo de ese café. La silla esta vacía, te sigo esperando, como siempre.

Aun así te busco una y otra vez detrás del contorneo del fino humo. Pero hoy no estas. El azucarero te espera para endulzar tu paladar, la cucharilla desea mezclar el amargo con lo dulce. La taza aguarda a que manches con carmín su borde. Te imagino como jugueteas con la espuma para después llevártela a la boca, deleitando de una forma sensual y provocativa, esa espuma penetra dentro de ti. Mis ojos no pierden detalle de esa insinuación que cada día me das.

Tu sonrisa me hace olvidar de quien hay a mi alrededor, tus cejas me provocan, tus ojos me atraviesan. Dejando en lo más hondo de mí esa sensación de intranquilidad, anulando mis pequeños sorbos amargos que el café todas las mañanas me da. Olvidando como siempre endulzar mi taza de café. Pasarán los días, los meses y siempre serás la niña de mis ojos, te miro una y otra vez, estas preciosa como siempre y juro por quien tú sabes que nunca has caído en el olvido.

Sentada no me hablas, no me tocas la mano, mi mano que siempre aguarda sobre la mesa a la espera de sentir ese escalofrío que tú me transmites, cuando jugueteas con tus dedos entrelazándolos con los míos.

Suspiros que salen de tu boca retuercen ese humo que aún desprende tu café. Pequeños sorbos despejan ese nudo en la garganta que me impide articular cualquier palabra, tragándome con ellos ese suspiro, suspiro que me hace inmóvil. Dándole vida a mis ya incontrolables nervios. ¡Estas tan preciosa..! Mis ojos no quieren parpadear, miles de fotogramas salen de ellos, tratando de hacer el mejor regalo para un recuerdo de este día. Día que el tiempo no borra.

El cristal ahora llora aun más, salpicándome con sus lágrimas frías. Me hacen zozobrar en mi mente, junto con esos recuerdos que me queman y me obligan a volver a la realidad. Mi mano que te aguarda se cierra ahogando en su puño ese falso nervio. Temo cerrar los ojos porque sé que al abrirlos todo será igual, excepto tu taza de café. Ya no echará ese aroma envuelto en un fino humo. Me daré cuenta de que hoy tampoco has venido.

Saldré a la calle y en silencio me quitaré la corona de espinas que tengo en la cabeza, me la pondré en mi corazón, para que cuando los malos momentos me ataquen, se rompan y se hagan pequeños dolores, que harán que sienta que no hay nada mas fuerte que mi latir.

Mañana te espero a la misma hora y en el mismo lugar. Volveré a pedirte un café. Saborearé esos pequeños sorbos amargos sabiendo que no estarás.

lunes, 17 de enero de 2011

Háblame de ti

















Ilustración de Istvan Sandorfi



Caminando sin rumbo, pero sentada en tu mundo. Paseas desnuda de colores de pasiones de sensaciones que el tiempo te arrebató. Te veo a lo lejos y esquivas la luz, resguardándote en las sombras…. tus sombras. Me acerco un poco más a ti e intento alargar mi mano, pero no puedo. Siento tu frialdad. Tu mirada perdida no me ve. Quiero escucharte pero no quieres, crees que nadie te entiende.

Presiento que eres un reflejo de tu pasado. Imitas las miradas de los demás, las sonrisas. Incluso sus palabras y a veces cuando estas a solas hablas sin sentido y la gente no te entiende. Sé que dentro de tu mente hay miles de letras sin sentido, palabras sueltas que deambulan por tus recuerdos y cuando las dejas salir por tus labios, nada tiene sentido, tu voz no tiene sonido.

¡Ven! Te quiero decir una cosa, soy un simple sastre de recuerdos. Mírame y sonríe, dibujaré en el aire con tu sonrisa el patrón para tu vestido, será de telas preciosas pero sin brillos, para eso estarán tus ojos, tendrá encajes pero no te dañarán al rozar la piel.

Háblame de ti, soy un remendador de letras, tu dame unas cuantas y yo las enhebraré con el fino hilo de mi imaginación y haré el mejor vestido para tus sueños. Zurciré trozos de tus recuerdos y los uniré para darle sentido a tus pies despojados de rumbo. Balbucea palabras muertas y les daré vida llenas de deseo. Grítame voces malditas y te las reemplazaré hechas gemidos de placer. Quéjate con murmullos repletos de lamentos y las supliré con susurros a tu oído. Escucharás la banda sonora a tu historia.

Te vestiré con palabra de honor, tu pecho al descubierto será la ventana a tu corazón. Mis manos te acariciarán, apreciarás como la tela gris y deshilachada que hoy te tapa se estirará y dará forma a tu cuerpo. En el cual bordaré con mis dedos ríos de nervios que desbordarán pasión por los dobleces de tu piel.

Háblame de ti y coseré las heridas de tu pasado con frases coloreadas de sentimientos. Arrancaré con mi voz los jirones de piel que tus manos arrebataron a tu cuerpo cuando te acariciabas con pena y dolor. Serán gasas transparentes de seda y haré con ellas un lazo que ceñido a tu cintura moldeará tus curvas y volverás a sentir ese grato dolor en el estómago. Te desearás, te sentirás guapa cuando te mires a espejos sin marcos, esos que la vida te pone por tu camino.

Abre tu olvidado diario y borra con una sonrisa tu boceto. Vuelve a escribir nuevas historias. No pongas comas ni puntos, sólo dale color. Construye castillos en el aire. Vuelve a soñar. Siéntete niña. Deja de coleccionar las espinas de las rosas que guardas en tus manos. Dámelas las utilizaré para quitar las costuras invisibles que sujetan tus miedos. Guarda en el trastero del olvido ese maniquí sin brazos para abrazar, sin rostro para mirar, sin piernas para esquivar las sombras

Ahora todo ha pasado. Alza la vista y siente como el aire peina tu pelo. Camina sin prisas. No hace falta que me mires, no hace falta que me sonrías. Tu silencio me ha dicho todo sin contarme nada. Me marcharé por donde vine, sabiendo que hoy estas más bonita que nunca.

Guardaré tu mundo solitario en mi costurero, cortaré con mis afiladas y frías tijeras esa pesada tela que llevabas y la haré un inservible retal.

Ya te veo a lo lejos absorbiendo todos los colores utilizando como pasarela las calles de tu ciudad.

Ya no eres esclava de tus recuerdos……

viernes, 7 de enero de 2011

A la vuelta de la esquina















Ilustración de Shaun Tan

Me contaron que eras estático y observador, en camposantos o en cornisas de altos edificios. hoy quizás estés entre las amenazantes nubes grises que cubren mi cielo. Deseosas de rugir con sus vientos la ira que guardan. No te veo, no alzo la mirada al cielo me queda un poco lejos, aun así se que estas ahí, agazapado y esperando ese aire de olor nauseabundo, aroma a muerte. Ya se acerca mi hora, en mi camino hace tiempo dejé de ver el letrero de salida de emergencia, he gastado como un gato mis vidas, jugando a una mala partida al solitario.

Sonrío… y hablo en voz bajita, mirando a mi alrededor, sigo sin verte, pero te siento cerca. Las sombras son más oscuras y alargadas como navajas que resquebrajan la poca luz que mis ojos aun ven. No te has tomado la molestia ni de invitar al Sol o a la Luna, para poder mirarte a los ojos. ¿A qué esperas?. Has venido para ejecutar mi sentencia, porque para mi protección lo pongo en duda. Nunca sentí ese Ángel de la guarda a mi lado, jamás conocí a nadie con alas que me ayudase a emprender mi vuelo a lo largo de este camino de falsos apoyos, cuando lo necesité.

He oído hablar de ti en infinidades de veces, cosas buenas, pero también cosas malas y como siempre en este mundo se valoran más las malas que las buenas. No tengo que hacer ningún examen de conciencia, se lo que hice y lo que debería de haber hecho. No me arrepiento, en esta vida eliges y no es cuestión de suerte y no creo en ella, pero para bien o para mal la vida es así. Aunque realmente no te da todo, mas bien te lo quita. Yo nunca he pedido nada, por eso no se porqué me quitas la vida. He debido de hacerlo muy mal o quizás no hacer las cosas con normas llenas de moralidad y todo eso. Yo entendía la libertad desde otro punto de vista.

Me da igual, yo sigo bajando por este camino que cada vez se hace más oscuro. ¿Qué hay después? ¿el abismo?. ¡Ya me podía haber traído un paracaídas!. Siento como este apestoso aire me anima golpeándome las espaldas, invitándome a ir hasta las entrañas de algo que me huele a quemado. Oigo como a los ambos lados del camino, siluetas de gente empiezan a reírse, gritando mi nombre. Han montado un falso purgatorio para esta conmovedora despedida. Tras unos minutos saludando al respetable, el silencio se hace presente cuando una voz no precisamente angelical me obliga a parar. Atónito y sinceramente un poco asustado acato las órdenes de esa voz.

- ¡Has llegado al final de tu camino! - me comenta con voz grave mientras que yo intento inútilmente tragar saliva y guardo silencio.

- ¡Te voy a conceder dos opciones!- trago la saliva que se me había quedado en mi garganta. A la vez que espeta.. -¡Una opción es! ¿Tirarte al vacío y poner fin a tu vida? o por el contrarío ¿Quieres dar la vuelta e intentar redimirte de tus malas acciones haciendo lo que los demás hacen para complacer al bien?.

Tras unos minutos en silencio, alzo la mano en señal de respeto..

- ¡Tengo una duda! ¿Si opto por tirarme al vacío? ¿Antes puedo pedirte un favor?.

- ¡Si claro!–. Me contestó con voz de sorpresa.

- Pues necesito que mantengas mi corazón fuerte para soportar la caída y que no se borre de mis labios la sonrisa.

- ¡Concedido! – Exclamó la voz.

Respiré profundamente y me dejé caer….

Moraleja: Cuando la vida te ponga trabas y lo veas todo muy negro y los que estén a tu alrededor te den las espaldas, seguro que con un corazón fuerte y con una sonrisa podrás salir de cualquier zancadilla que te pongan en tu camino.

Posdata

















Ilustración de Istvan Sandorfi

A ti:


Te Amo….





Atentamente…. Mi corazón.


Pd.: No tiene sentido que sigas leyendo, ¿para qué?. Supongo que es poco lo que te he escrito. Dos palabras simples y pensarás que es fácil de decirlo. ¿Eso crees?.

Creo que no te interesa ver esta posdata. No te daré explicaciones, esas palabras nunca tienen que tenerlas, jamás hay que adornarlas con otras frases a su lado. Lo has leído en un segundo, pero sin saber que tienes una vida para sentirlo. No has sonreído al verlo, sin saber que si me sientes toda tu vida estarías feliz.

Por desgracia tu cabeza ama, sólo hace lo que tus ojos ciegos le enseñan. Lo que tus oídos sordos le dicen. Se te ha olvidado sentir ese dolor placentero en el estómago, ese nervio que recorre todo tu cuerpo y que te haga un nudo en la garganta. Has hecho de tu cuerpo una gran coraza sin darte cuenta de que dentro has dejado a tu corazón. Te has impregnado de la desconfianza, de la inseguridad y de la duda. Ya no sufres, no tienes dolor y ni el sentir esa sensación que no tiene explicación ni tiene porqué tenerla.

Miro mi cenicero y me doy cuenta de cuantos suspiros yacen en cenizas frías, Tan frágiles como la falsa calma que hay entre nuestra distancia. Odio volver a dar cuerda al reloj que un día decidimos detener. Me duele borrar con lágrimas ese mundo diferente que creamos con nuestras fantasías y no hacer de nuestra historia un relato corto.

Otra vez he bajado las persianas en mi habitación y he vuelto a hacer que mis noches sean más largas, he tapado el Sol cerrando mis ojos, le he dado sonido a mi silencio, callando mi voz. He vendido mis últimas esperanzas junto con mis promesas a cambio de que seas feliz.

Eres una persona increíblemente especial, has hecho crecer lo que siento sin razón y sin mi consentimiento. Aun me pregunto porqué te sigo amando. Quizás aún creo en los milagros. Te seguiré queriendo a escondidas, caminaré por mis recuerdos buscándote para robarte esa mirada que me duele y mata.

Recuerdo cuando los problemas, muchas veces me visitaban en los momentos de más debilidad. Y ¿sabes?, escribía una y otra vez en una hoja en blanco…. Te amo junto a tu nombre. Y ver que con el humo de un cigarro se han esfumado esos malos sentimientos. Y hoy he escrito entre el “Te Amo” y la “posdata”, frases de tinta transparente, pero no las ves. Te he dejado ese espacio en blanco para que cierres los ojos y recuerdes. Para que escuches mi voz, pero seguro que no. Sigues ebria de desconfianza y empachada de palabras malditas que vomitas cuando yo estoy delante.

Te entiendo, no te culpo, tú haces lo que ves, escuchas o lo peor de todo yo te he demostrado y te he enseñado de la manera que tú no sentías. He llegado a entender que simplemente actuabas conforme tus experiencias del pasado te decían. Y muchas veces he sentido como nuestro pasado se ha vuelto nuestro presente. Rabia me da, por no tener las palabras, las miradas, las caricias e incluso la fórmula para poner el remedio a este mal. Pensé que para amar no se necesita leer el prospecto.

No sirve de nada que leas esta posdata, me pediste que te dejase en paz, que te olvidase y lo intentaré hacer. No quiero manchar mis recuerdos… tus recuerdos. Sabiendo que te hago mal si estoy a tu lado. Nunca sentí tanta soledad cuando supe que nunca te tuve y más aun ahora me doy cuenta de que jamás me sentiste.

Ahora todo calla, la tranquilidad ha vuelto a ti. Ya tienes tu paz al encontrar tu antiguo camino. Te sientes liberada de este pesado equipaje, mí equipaje.. que nunca te pedí llevarlo. Forma parte de mi lejano pasado, siento mucho si no odio a nadie, si no tengo rencor.

El frío vuelve a visitar mis brazos y mis manos están dejando de sentir, no tengo fuerzas para seguir escribiéndote. Al final se han dado cuenta que todo viene y todo se va.